miércoles, 30 de marzo de 2011

adios

Porque todas las estrellas
Se estan desvaneciendo
Solo trata de no preocuparte
Las veras algun dia
Toma lo que necesites
Y se como tu eres
Y deja de hacer llorar a tu corazon
Todos nosotros somos las estrellas
Nos estamos desvaneciendo
Solo trata de no preocuparte
Nos veras algun dia
Solo toma lo que necesites
Y se como tu eres

sábado, 19 de marzo de 2011

mi gato azul

hoy por la mañana al jugar con mi gatito (matias) lo e visto algo raro.... se veia.... triste.... apatico...desolado, al verlo por mas tiempo directamente a sus ojitos color dorado-cobriso en verdad que pude persivir o sentir que se sentia muy triste.
quisas me este proyectando de nuevo, veo en sus ojos reflejando lo que yo siento en este momento, su rostro inexpresivo, frio, es un felino, sigiloso y asecino... pero es mi gatito... el se siente triste o soy yo la que esta medio loca?
quisas ambos?
kisas el me entiende y sin usas palabra alguna me demuestra que me kiere acompañandome en mi mundo destrosado y sin sentido....
dividido mi dolor, dividido entre dos, su rostro frio, con ojos fijos, me mira.... se siente triste al verme llorar.
GATO AZUL
El gato azul sentado en la cama
Mirando fijamente la ventana
una lagrima en la almohada
Una habitación desolada.

Una promesa rota
Un  corazón triste
En gato azul
Que vuelve a estar triste.

Esto ya avía pasado
Su primer amo lo avía abandonado
En la calle lo avía dejado
Un gato asustado
Con un corazón destrozado.

Pero alguien lo a encontrado
Sus heridas han curado
A su casa lo ha llevado
Y todo a mejorado

Un mes atrás
Todo era ideal
Un amo atento
Un gato contento.

Una promesa le izo
Nuca dejarlo en el olvido
Siempre cuidaría de el
Eso dijo el.

Un día salió de la habitación
El gato le sonrió
Mirando por la ventana
Desde abajo le saludaba

Una promesa rota
Un corazón herido
Otra ves le han mentido
A este gatito perdido.

El nunca volvió
Solo lo dejo
El murió
Y el gato nunca se entero.

Un gato azul sentado en la cama
Mirando por la ventana
Una promesa rota
Una vida en el olvido.
Más que una mascota
Un leal amigo
Este gatito perdido
Se niega al olvido.

Un gato azul acostado en la cama
Yo no mira la ventana
Una habitación desolada
Una lagrima en la almohada.

Una promesa rota
Un corazón herido
Se quedo  en el olvido
su corazón ya no tiene latidos.

Una habitación triste
En azul se tiñe
Una lagrima en la almohada
Queda abandonada.

viernes, 18 de marzo de 2011

mi musa la soledad, desesperansa y deslealtad

hoy me siento muy triste, tengo ganas de llorar, mis problemas son ajenos pero eso no impide k kiera gritar  de la inpotencia por no hacer nada al respecto, no los puedo ayudar,.... hace tiempo k no escribo poemas y era por el simple echo de k me encontraba muy feliz, reia todos los dais, pero regreso a estar sola, regreso a mi eterno mundo llamado soledad....
Mi musa a regresado
Un beso me a dado
Envenenado
Sádico
Odio incrustado
Un beso le di yo
Correspondido mi amor
Miedos encontrados
Miedos inventados
Mi musa a regresado
Mis odios an regresado
Mis lagrimas se an desbordado
Todo regresa al prinsipio
Yo regreso al olvido
Mi existencia siempre estuvo de mas
Pero mi musa al mi lado esta
Gritar….
Solo quiero gritar….
Llorar…
No puedo dejar de llorar...
Mi mundo feliz desapareció
Y mi musa regreso
Maldita la ora en la que se apodero
De mi voluntad
 de mi libertad
que ago?
Sin salida
Sin descanso…
Mi musa  regreso a mi
Y no me quiere dejar ir

jueves, 17 de marzo de 2011

mi mundo feliz me a abandonado, lo an destrosado

hoy fue un dia muy largo, lleno de estres y  monotonia, pero no me inporta en realidad, todo sige igual, o por lo menos eso pense, todo se torno gris, mis amigos an dejado de serlo, eran mi familia una que yo e elejido, a mi lado siempre, pero ya no mas... me e kedado huerbana... kiero llorar
Mi mundo feliz se desmorona
Mis sonrisas me abandonan
Una lagrima me aborda
Un llanto me transforma
Una mirada me destroza
Un grito ahogado surge sin demora
Mi mundo feliz desaparece
 Mis recuerdos  mueren
Cada segundo que pasa
Cada abuso de palabras
Todo es un mal entendido
Todo es una broma me repito
Por que me sigo mintiendo a mi mismo?
Todo esta perdido
Mi mundo feliz se desvanece
En penumbras mi mente queda
Mi existencia vuelve a ser sombría
Mis sonrisas serán restringidas
Palabras dulces remplazadas por amargas
De nuevo a retomar las armar
No me sucederá de nuevo
No dejare entrar a nadie en mi templo
Nadie traspasara mi hielo
Mi mundo se quedara como yo quiero
Por que me an lastimado?
Por que me an abandonado?
Mi esencia era un secreto
Ustedes me an descubierto
Me sonrieron
Me quisieron
Yo les aprecio
Mis sonrisas les pertenecieron
Mis palabras dulces de nuevo
Mi mundo feliz esta roto
De nuevo a estar solo
Quiero llorar
Quiero gritar
Cantar
Y soñar
quiero correr
Detrás de mis sueños otra ves
Sueños k me e inventado
Sueños k me los e adueñado
Sueños que les pertenecían
Sueños en los que eran mis protagonistas
Sonreírles de nuevo…
Que tonto anhelo
Todo a terminado
Cada quien por su lado
El tiempo nos unió
El tiempo nos mato
El tiempo nunca fue nuestro aliado
Nuestras cercanías cortas fueron
Forzadas por el destino
Forzados a ser amigos
La mejor de mis dichas
La mejor de mis alegrías
Conocerles un privilegio fue
No les forzare a quedarse
En mi vida instalarse
Adiós a mi mundo feliz
Un futuro des afortunado
Todos se fueron en busca del suyo
Y yo me siento abandonado
Nunca les veré de nuevo
Bye bye buenos momentos
Mi mundo feliz ya no existe
Solo una lagrima me queda…
la guardare para cuando de nuevo me sienta triste.

jueves, 10 de marzo de 2011

tick

Tic, tac. Tic, tac...
      El pequeño péndulo de aquel indeseado reloj, centrado sobre tu velador, no dejaba de oscilar insistente.
      Tic, tac. Tic, tac...
      Cerraste los ojos con indescriptible fuerza, sintiendo de inmediato escocer con apremio a tus párpados. Sin embargo, ni te inmutaste. Hace demasiado tiempo que le habías perdido el respeto al dolor.
      Tic, tac. Tic, tac...
      Desesperante. No había más definición a aquel insípido sonidito.
      De un manotazo, lanzaste por los aires al exasperante aparatito, importándote bastante poco donde fuese a caer. De hecho, la conveniente idea de que se hiciese añicos contra el cerámico piso de tu habitación, te arrancaba una mordaz e imperceptible sonrisa de total satisfacción.
     Te incorporaste hartado de la incómoda posición en la que estabas. Entonces notaste como una líquida calidez se precipitaba por tus muñecas.
      Y no pudiste más que sonreír con sadismo, al ver los resultados de tu reciente desquite. Últimamente el deseo por dañarte se había vuelto casi una adicción obsesiva. Por tanto, no podías dejar de regodearte, al vislumbrar aquellas gruesas gotas de tu propia sangre, descendiendo desde grotescas y punzantes heridas, manchando de carmesí el, como en contraste por demás hirónico, blanco suelo bajo tus pies.
      Y es que, como antes mencionases. Hace mucho que le habías perdido el respeto al dolor.
      Te pusiste en pie con algo de dificultad. Te venía pasando a menudo. Cada vez tu sistema inmunológico resentía más la carencia de defensas.
      Y es que, sencillamente, también se te estaba haciendo costumbre el dejar de alimentarte correctamente. Incluso el sólo percibir el aroma a comida te asqueaba.
      En definitiva, no sentías prescindible la necesidad de seguir viviendo.
      ¿Algún motivo en particular?, claro que sí. La única razón que tenías de existencia, había apuñalado, metafóricamente, cada ínfima fibra de tu ser.
      Aquel maldito infeliz, te había dado donde más te dolía.
      Recordaste momentos a su lado. Y no pudiste más que sentir asco por lo ingenuamente imbécil que fuiste en ese entonces. Es decir, ¿realmente creíste que serías lo suficientemente valioso para él?
      Pues, de así ser, tenías bastante merecido el apodo de “perro”, como descripción a tu desempeño en dicha extraña y masoquista relación, que mantenías con aquel rubio traidor.
      Cubriste las heridas en tus muñecas, poniéndote aquel chaleco a rayas que tanto te agradase en su tiempo, pero que, ahora, no hacía más que afianzar la certeza de lo desgraciada que se había vuelto tu existencia, al pensar, apegándote a tu masoquista carácter, que era así como una especie de sello a tu actual estado emocional.
      Como un reo atrapado en su propio y demencial descarrilamiento de emociones.

Al salir de tu departamento, emprendiste aquel ya conocido camino hacia ningún lugar, totalmente inmerso en tu universo de dolorosa inconsciencia irreal.
      Tus pies se movían por inercia, abriéndose paso entre calle y calle, únicamente encausados por mero instinto. Mientras que tu mente se hallaba, como era de esperarse, en un trance enfermizo, haciéndote incapaz de distinguir la fantasía de realidad.

“Doy vueltas, mi sombra, proyecta tu ausencia.
Camino en vergüenza, estado de inconsciencia.
Destruyes mi ego, mi mente y mi cordura.
Rodeado de gente, camino a la locura...”

      De pronto, pero no causándote mayor asombro, te descubriste recorriendo un sendero surcado por álamos. A lo lejos podías oír el graznar de las gaviotas. Sí, estabas llegando, inconscientemente, a la playa.
      Dejaste que el instinto continuase guiando tu andar, sumiéndote cada vez más en tu imperturbable estado de temporal letargo.
      Hasta que tus zapatos tocaron arena y la brisa salina te dio de lleno en el rostro, alborotando tus rojizos cabellos, meciéndolos al compás de una extraña y muda danza.
      El olor a mar impregnó tus fosas nasales, recubriendo cada átomo de tu cuerpo, por una exquisita ola de tranquilidad.
      Avanzaste a través del arenoso suelo, sólo impulsado por tus memorias y deseos de escape.
      Tu mente no parecía querer dar señales de concebir en ella pensamientos coherentes. Todo en ti se resumía a nada. Estabas en cero.
      La única idea que, como ineludible zumbido de abeja en el oído, invadía cada uno de tus pensamientos, era acabar con ese maldito peso de una vez. Abandonar el juego. Dejarte caer.

      Te apoyaste sobre el frío y húmedo barandal, al fin habías llegado. Tus pies ya pisaban la madera bajo la suela de tus zapatos. Podías ver las olas romper en las rocas debajo. Sentías al viento propiciarte uno tras otro, latigazos en el rostro. Mientras la idea de desaparecer aumentaba en su invasión a tu mente, sin reparos, ni capacidad de exterminarla.
      Toda luz que iluminase el camino correcto a transitar se había esfumado. Todo se había desvanecido con su traición. No existían ilusiones, ni esperanzas de volver a ser el mismo chico alegre y vivaz de antes. Sencillamente te habías fundido con la oscuridad, impidiéndote a ti mismo ver más allá del infame dolor
      Ya no quedaba nada, absolutamente nada por lo que seguir.

“Mi ego a muerto, ya no te encuentro.
Camino al puente, estoy demente.
Es mi cuerpo, es mi sexo.
Estoy ebrio, no te gusto...”
Empuñaste tus manos entorno al escarchado acero que te separaba del agua. Recordando que, por meras hironías de la vida, había sido allí precisamente, donde viste a Mello por primera vez.
      -‘Maldita sea mi existencia.’- Pensaste entrecerrando los ojos con fastidio, ahora recargándote pesadamente sobre la dura baranda de aquel antiguo puente.
      Entonces el también recuerdo de su rostro, acudió mordaz a tus memorias, devastando más, si es que se podía claro, a tu corazón que, desde dicha fatídica noche, se había adormecido de tanto llorar.
      Observaste el mar. El azul transparente de sus aguas, te recordó su tormentosa y hechizante mirada. Y el dorado imponente de ese majestuoso sol a lo alto, hizo alusión al tono de su lacio y suave cabello.
      Y a pesar de que ya le habías perdido el respeto, e incluso comenzases a, con sadismo, disfrutar los diversos estragos que forjaba en tí, aquel dolor que se agudizaba en tu cabeza con impensada mesura, volvía a hacerse con la poca lucidez que te quedaba.
      Llevaste ambas manos hacia tus sienes, empuñando tus dedos y apretándolas con fuerza en su contra, tratando de aminorar la reciente y desquiciante jaqueca.
      Sentiste como si tu corazón comenzase a resquebrajarse, con el sólo hecho de evocar a aquel demonio angelical. Y es que, aunque te lo negases mil y una veces, la realidad de la que tanto ansiabas escapar, se estaba manifestando sin piedad dentro de tí.
      A pesar de todo el daño que te había ocasionado, seguías amándolo con cada ínfimo soplo de tu vida, tan perdido como la primera vez. Hecho trizas por dentro, ya sin fuerzas para continuar cuestionándotelo más.

      -“Te amo, Matt...”-
     Un grito proveniente de cada pedazo de tu ser, hizo eco a lo largo y ancho de aquel balneario, ahuyentando a las gaviotas y acuchillando la escalofriante quietud.
      Tus “amigos” cruzaron frente a tus ojos, como en una especie de película mal editada y en cámara rápida, dedicándote palabras de consuelo y dirigiéndote compasivas miradas.
      Te habías vuelto la burla de la universidad, al esparcirse el rumor de aquel engaño... De aquella traición.
      Sí. Mello te había, literalmente, sacado de su vida, reemplazándote con alguien que, según él y todos, era innumerables veces mejor que tú.
      Volviste a sonreír con sadismo, retomando esa idea suelta que calaba cada vez con más fuerza tu distorsionada mente, comenzando ya a adquirir un sentido casi celestial.
      Tú no eras más que su capricho y él no era más que tu obsesión.

“Tu amiga, mi amiga, me mienten sin sentido.
Mentiras, mentiras. Sé bien que estás con otro.
Palabras de aliento, no calman lo que siento.
No puedo, no entienden. Maldito sufrimiento...”

      Lágrimas de frustración se derramaron libremente desde tus preciosas y, ahora, apagadas esmeraldas, surcando con desdén cada rincón en tu vacía expresión.
       Sólo de pensar que Mello había encontrado abrigo en los brazos de alguien más y que, quizás, hasta estaba enamorado, conseguía alojar con mayor ímpetu aquella terminal ideíta de autodestrucción.


      Y en un abrir y cerrar de ojos, ya te hallabas de pie al otro lado del barandal que separaba la seguridad del peligro, a nada más un paso de terminar con todo de una vez.
      Las gotas de agua salada golpeaban junto con el viento tu rostro y cabello, volviéndose dóciles al romper entre las irregulares rocas que las retenían.
      La brisa de un segundo a otro se volvió helada, haciéndote temblar al acariciar tus mejillas, secando cualquier indicio de anterior llanto.
      Y, una vez más, el bloqueo mental inundó tu cerebro. Las emociones se hicieron mil pedazos, como el cristal de mil espejos chocando contra la dureza de un suelo infame.
      Hasta que, por una milésima de segundo, la única sensación perceptible en tu cuerpo fue la de un frío tangible.
      Creíste estar suspendido por cuerdas invisibles entre nubes. Ya no existía firmeza bajo tus pies.
      Oíste el rugir de las olas demasiado cerca. El filo de una roca atravesar tu piel.
      Hasta que perdiste toda sensación. El oxígeno se hizo nulo en tus pulmones y la oscuridad te extendió los brazos, orgullosa de saber que te habías vuelto uno más en su séquito de prisioneros cegados por los sentimentalismos y heridas del corazón.

      Porque, ya perdido en la inmortalidad de un mundo ajeno, lo acabaste de comprender.
      no quedaba nada, absolutamente nada por lo que seguir.
__________________